
Equinoccio de primavera en Chichén Itzá.
Cada equinoccio, decenas de miles de personas se reúnen alrededor de la pirámide del Castillo, al interior de la mundialmente conocida zona arqueológica de Chichén Itzá, en Yucatán, para presenciar un fenómeno único: el descenso de Kukulcán, la deidad con forma de serpiente emplumada adorada por la mayoría de culturas mesoamericanas. Se trata de un juego de luces y sombras que se proyectan al atardecer sobre el norte de la pirámide y en los días más cercanos al equinoccio forman un conjunto de siete triángulos invertidos que parecen reptar hasta la base de la escalinata, rematada con una cabeza de serpiente. El efecto, descrito por primera vez en 1969 y popularizado a través de la televisión en la década de los ochenta, unió definitivamente el nombre de Chichén Itzá con los equinoccios y catapultó la fama de los antiguos mayas como arquitectos y astrónomos implacables para su época.